sábado, 12 de noviembre de 2011

El Eco de las Llamas- Parte 1

Este poema es de un amigo de México, con su permiso lo subo

El Eco de las Llamas- Parte 1

Un día fuimos capaces de ver,

pero nunca fuimos capaces de ser,

nosotros matamos por tener,

más por deber es por placer.

Creamos rumbos dirigidos al vacío,

vamos ahí sobre aviones o navíos,

somos aquellos que rompen ciudades,

en donde habitan miles de corazones.

Creíamos que escribíamos nuestro destino,

estamos a la mira, al ojo del asesino,

somos los cazadores sin saber que somos presa,

ni la más pequeña criatura sale ilesa.

Uno por uno fuimos cayendo,

entre las llamas estamos ardiendo,

su estruendoso eco esta rugiendo,

sangre y ceniza estan fluyendo.

El tinte rojizo del cielo,

las campanadas de alarma,

todos cargan un arma,

el sonido melodioso del violonchelo.

Nos consideramos el arma más letal,

somos el más feroz animal

que acecha día y noche para sobrevivir,

sólo esperamos resistir.

Bajo puentes los niños llorarán,

mientras escuchan como sus padres perecerán,

miles de botas retumbarán,

y crearán el ruido más horrible que ensordecerá.

El eco de las llamas es el llanto del afligido,

el cansancio del débil, el pánico del adolorido,

el fin de la juventud, el vacío del necesitado,

el desorden del abrumado, la verdad del esperanzado,

el eco de las llamas es el sonido que más hemos provocado.

Isaac Leash

domingo, 6 de noviembre de 2011

Vida destruida, mundo construido: Capítulo V

A lo lejos Esteban escuchaba como se acercaban sus compañeros en busca de aquel fuerte de gente tan extraña, decidió alejarse antes de que se acercaran, no quería ser confundido por uno de ellos. Con el corazón satisfecho por un lado al cumplir la venganza de su “amigo” aquel humilde hombre que se encontró en las circunstancias y momentos equivocados había muerto, y por otro lado, la muerte de este mismo lo hacía replantearse muchas cosas ¿lo que hacía estaba bien? ¿Si había gente como él, que por cosas del destino es tachada como malvada, tienen la culpa? Estas cosas le comenzaron a fundir los pensamientos, bloqueando cualquier otro tipo de idea.

Al cabo de un mes en completa soledad, decidió dejar el refugio que había encontrado y comenzar a buscar a aquella organización tan grande que le comentó ese sujeto hace tanto tiempo. Los días se les hacían eternos, y las noches cortas, con el mapa que había conseguido de Pedro había podido comer algo más que latas de conserva y uno que otro dulce vencido que había por ahí, olvidado quizá por un niño, pero eso ya no tenía mucha importancia.

Los meses siguieron pasando, y como un errante por el mundo, un nómada alejado de su grupo, Guerrero seguía avanzando por ciudades devastadas por el tiempo, ahora gobernadas por la naturaleza. Desde un punto de vista, ver a la naturaleza, a lo salvaje, reinar sobre la “vida moderna” tenía un gusto especial, que le daba tranquilidad a Guerrero mientras avanzaba, quizá el mundo se había ido al infierno, pero la naturaleza se sobrepuso a la mano del hombre y como gran reina vuelve a lo que es suyo. Las grandes ciudades que antes se habían extendido hasta la estratosfera, ahora no eran más que un anciano de una espalda doblada, como cansado de tanto ir y venir.

Ahora Guerrero se encontraba en un campo, lo que antes era una zona rural, estaba llena de maleza, el descuido de este lugar daba signos de que como en las grandes ciudades, en los campos también había caído todo tipo de orden. Guerrero caminó por lo que antes parecía ser una carretera de de tierra, cuando 4 personas de alrededor salieron de entre los hierbajos y arbustos, armados con nada más que hachas, mazas y palas, comenzaron a interrogarlo.

-¿¡Quien mierda eres y qué haces por estos lados!?

- ¡No me hagan nada por favor! Estoy de paso.

- ¿cómo te llamas, extranjero?

- Soy Javier, vengo caminando desde las ciudades en busca de mejores proyecciones de vida- dijo Esteban, y al ver que las personas le comenzaron a creer, suspiro de relajo.

-Mmmh… acompáñanos a nuestro refugio, te presentaremos ante la asamblea y veremos si entre todos te aceptan o no.

Entonces caminando entre la espera selva que estaba en plena formación, llegaron a una granja, caminaron cerca de 5 kilómetros por la espesura del bosque, entre riachuelos y pequeños barrancos de 2 metros, todo parecía que estaba prefabricado por si algún extraño tenia la osadía de ir a buscarlos. Una vez que llegaron, Guerrero vio a un centenar de personas, entre niños jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Al notar la presencia de Guerrero, la mayoría corrió a sus piezas, pequeñas mediaguas para las familias. Solo quedaron un grupo de diez personas, 5 hombres y 5 mujeres, contando a los que venían con escoltando a Guerrero. Al verlo una de las mujeres, la de mayor edad, cerca de unos 70 años tenía, se le acerco con cierta ternura, Guerrero no estaba en el mejor estado después de todo, los pómulos pronunciados, la cara contraída, estaba literalmente en los huesos. Una vez alejada esta anciana, se le acercó un hombre de gran estatura, grandes brazos, parecía un soldado más de la brigada de Guerrero, este le dio la mano y lo saludó.

-Bienvenido a nuestra humilde comunidad-Dijo este hombre, con una voz tan grave como la de un tenor.

-Gracias –Dijo Guerrero, algo asustado por su prominente voz- Espero ser aceptado por ustedes.

-Eso lo veremos más tarde, ahora estamos preparando el almuerzo, quédate a comer con nosotros.

Esteban no pudo rechazar la oferta, moría de hambre, hace unos 3 días que se le habían acabado las raciones que podía llevar consigo, apenas le hablaron de comida su estomago rugió como un león. La comida consistía en un caldo de gallina, hace tanto tiempo que no comía una comida de verdad Esteban que al ver los platos salivaba como un perro. ¡Ni en el cuerpo de fuerzas especiales había comido algo así de apetitoso! Todo esto con su respectiva ensalada de lechuga y de postre arroz con leche. Esteban se lo comió con una velocidad de la que todos quedaron sorprendidos, estaban acostumbrados a comer todos juntos en una gran mesa y a disfrutar cada trozo que se servían, Guerrero olvidó la etiqueta y comió como si nunca lo hubiese hecho.

Al paso de unas horas, todas las personas habían comenzado a pararse y a trabajar, unos cuidando animales, otros en labores de granja, otros lavando la loza, todos hacían una pequeña parte, y en conjunto funcionaban como un gran reloj suizo. Entonces solo quedaron las 10 personas y Guerrero para discutir si se quedaba con ellos o no.

- Yo creo personalmente que dejar que siga su camino seria lo correcto ¿no? –Dijo el hombre que parecía el líder de todo el consejo.

- No lo creo –dijo la anciana que lo había acariciado- Debe estar cansado de andar por ahí, recordemos que viene viajando desde las grandes ciudades.

- Concuerdo con ella – Dijo una joven que no parecía tener más de 30 años. Esteban se fijó inmediatamente en ella.- Creo que una vez repuesto, serviría para la crianza de los animales.

- Eso es verdad- Dijo otro hombre, más bien bajito, y con una prominente calva- Últimamente nadie quiere esa labor, y ya que es el nuevo, no debería por qué negarse, sino le gusta la idea, se puede ir jajajaja.

Todos rieron con esa última frase, siguieron debatiendo la cuestión de si se quedaba o no, aunque parecía bastante claro ya. Esteban sería recibido con los brazos abiertos.

Al día siguiente le consiguieron ropas nuevas y una navaja de afeitar, su barba lo hacía parecer un hombre malvado decían algunos dentro de la comunidad. Al afeitarse se dio cuenta lo mucho que había cambiado, todos lo habían visto así ya, pero él nunca lo había hecho, rara vez tuvo tiempo en la ciudad de verse ante un espejo después de salir de la base. Una vez afeitado se cortó el pelo y se puso ropas nuevas, parecía un granjero más y dentro de él le daba alguna satisfacción, siempre había querido tener su campo, su tierra la cual labrar y vivir de esta.

El día comenzó a al 7 de la mañana, y terminó a las 7 de la tarde, luego de esto quedaban todos libres para reunirse en una fogata a conversar temas diversos. Esteban buscó a la muchacha que lo había avalado cuando se trató el tema de su estadía, paseó la mirada por todos lados hasta que la encontró. A la luz de la fogata se veía más linda.

-Hola, soy el extranjero- dijo Guerrero con voz nerviosa.

- Hola extranjero- Dijo irónicamente.

- Gracias por abogar por mí, ¿apropósito cual es tu nombre?

-Estefanía para servirte.

- Javier es mi nombre, para lo que necesites.

Y en ese momento, ambos quedaron en silencio, mirándose a los ojos sin decir nada, pero a la vez diciendo todo, habían tenido química, y era imposible negarlo, tanto que llegó a incomodarle a Esteban, dentro de sus planes no estaba enamorarse, y hacerlo consistiría en hacer de su misión, que es la de desbaratar grupos rebeldes, como este mismo, se haga más difícil. Por otro lado, llamar grupo rebelde a aquella comunidad no sería justo, puesto que no hacían mayor mal, solo trataban de vivir lo más normalmente posible, tenía toda una batalla peleando en su cabeza, y no sabía realmente que debía hacer.

Pasaron los meses, Esteban se había relacionado con Estefanía al nivel de que todos hablaban de formalizar las cosas, estaban viviendo juntos y se complementaban muy bien. Trabajaba bastante bien como granjero, y había tomado un poco de cuerpo, todos lo tenían con mucha estima, había pasado de ser un extranjero a una parte vital de la comunidad, hasta que su mente no pudo más, su convicción era reducir los grupos rebeldes y eso es lo que el haría, aunque tuviera que dejar todo lo que tenía.

Eran cerca de las 4 de la mañana, Esteban había recorrido esos caminos mil y una veces de noche y de día, conocía las trampas y sabia pasarlas. Le dejó una carta en la cama, diciéndole que tenía que partir, tenía que hacer algo que no le podía explicar, y que jamás la olvidaría, estaba en lo cierto con todo aquello, el tenia una misión, y la cumpliría con éxito. Cerca de las 5 de la mañana salió a la carretera, y siguió su rumbo.